Ya la historia se regó por todos lados, los otros maestros nos miran como bicho raro y no comentan nada, al día siguiente por supuesto QUE NO FUIMOS, la suegra del caracol estaba preparando unas “defensas” y me mando pedir “pelitos personales” o que la fuera a ver con los que íbamos a entrar. El Rotten que va a todas las parás me dio fuerza: “Ya vamos Jefe total ya sabemos en la que nos metemos”… El miércoles con una cuelga de ajos y la bolsita de cuero de ratón en el cuello partimos los tres, los bolsillos llenos de “sal de mar” que nos dio la vieja.
Eran las 6:00 y en la obra estaban esperándonos dos jornales maceteados que se atrevieron a ir con nosotros, según las instrucciones de la vieja teníamos que abrir los portones a las 7:07 AM, faltaban cinco minutos, el plan era sacar primero las maderas y luego las máquinas, así salvaba la plata del anticipo por lo menos, yo además me metí un crucifijo en el bolsillo, le conté a mi querida Señora y me recomendó entrar rezando Ave Marías. Ya casi la hora abrimos los dos candados y a la cuenta de tres abrimos y entramos, el Rotten por una puerta (ese desgraciado no se les aconchan por nada) y yo por la otra, son las 7:07 justas…nos recibe el típico olor a maderas nobles, el caracol tira unas ramas de romero y laurel en flor…todo se ve tranquilo, no hay ventanas pero está todo claro con la luz de los portones. Ya cabros, saquemos los cuartones, de a dos cada uno empezamos a sacarlos quedando siempre alguien adentro, cuando quedé solo me pareció una eternidad mientras arreglaba la madera miraba el techo, no se ve nada…no se siente nada…capaz que este guatón se haya pasado las películas y no pasa nada. Cuando estábamos por terminar de sacar las maderas el par de jornales que las estaban cargando en la camioneta no están, no se les ve ni el humo…se fueron los desgraciados, maricones… “Ya saquemos la cepilladora que es la mas pesada”, entre los tres la levantamos y con banco y todo pa’l ladito afuera y nos queda solo el banco de sierra, los formones, serruchos y todas esa huevás al final y si es que… Hacemos un arito, los tres afuera con las puertas abiertas en el umbral nos fumamos un cigarrito…”parece que no pasa na’ Jefe, el guatón se ralló no mas” “¡Ya!, terminemos de una y nos vamos pa’sacarnos esta huevá de collar” jajaja, Jefe si le queda re’bien. Sacamos la ultima máquina y empezamos a recolectar las herramientas chicas y un banco de carpintero excelente que no pensaba dejar botado, total todo lo que había adentro ya era mío y… De pronto, veníamos uno en cada punta del banco con todas las herramientas chicas arriba cuando se cierran las puertas y queda todo en penumbra, pummm, dejamos caer el banco de golpe, el Rotten iba adelante y empuja la puerta, nada, Ayyyy, seguro que el estúpido del Caracol esta hueviando, empujamos la puerta y ni pensamos en la otra, está trancado, “Abre hueón, CARACOLLLLL”, nada, nos miramos y yo me acuerdo de las Ave Marías…la respiración cortita y el Rotten empuja que empuja la puerta…yo miro pa’todos lados, no se ve nada raro, no se siente nada raro, hace frío siento todo helado…”ya Humberto empujemos con el banco” le digo y le damos un golpe como si nada…démosle otro, por fin la puerta se abre y entra la luz…literalmente saltamos para afuera. Ahí estaba el Caracol subiendo las maderas a la camioneta, “Desgraciado, ¿pa’que cerraste las puertas? El pobre nos mira con la cara de estúpido que lo caracteriza y su nariz mojada siempre sorbeteando…” ¿Qué? ¿Que onda JEFE? Si yo estaba aquí…y recién ustedes cerraron y abrieron altiro, yo creí que estaban jugando, pero si no pasa na’…” Ahí nos quedamos helados, yo me saqué la famosa cuelga de ajos y la bolsita embrujada con pendejos y todo, ya no entraba más al famoso taller, el Rotten, cuero duro, arrastró el banco y con el Caracol lo sacaron, a esas alturas yo fumaba sentado en la camioneta, eran como las 10 de la mañana y según yo no debieran ser mas de las 8:00 Nos fuimos a la picá a tomar desayuno, mi café y mi sanguche de pernil fue como un manjar de los dioses, según el Rotten vio a unas luces como unos niños en el techo que se movían como nubes en el viento, “Sale pa’yá hueón, yo no vi nada y seguro que este pelotudo cerró la puerta”. Finalmente las ventanas las hice en obra con unos mueblistas que se pagaron con las máquinas, yo no pensaba dejarme nada que hubiera estado en ese taller embrujado. No me consta nada raro, irregular, paranormal que a ciencia cierta pudiera decir que vi, pero que sentí un terror pa’mearme lo sentí, que el guatón estaba canoso lo estaba, que las puertas se cerraron solas, así fue, que el Rotten es un raja diablo lo es y que el pobre caracol no piensa mucho también así es, son mis regalones y si les digo que anden sobre brasas ardientes lo van a hacer, siempre los trato bien. Ahora hace un tiempo pasé por ahí y ya no estaba el taller, antigua guardería de herramientas o llavería de un fundo rancio del siglo pasado, se lo comió la carretera concesionada y pasó por el medio, así que cuando vayan a Colina es posible que se les suba al auto un niño transparente que murió trágicamente con su hermanito andando a caballo. |